La desilusión a la vuelta de la esquina

Creíste ver peniques de oro, once peniques hacen una onza troy, pero bastó sacudir el cajón para notar que no era más que un poco de arena.

Empezaste a leer. "Descubrí un gran autor", exactamente esa frase llegó a tu mente, pero nada de eso. Avanzó el relato y apenas alguna que otra palabra bien puesta.

La música te cegó, y te arrastraste como las ratas de Hamelín detrás de aquel feroz embaucador, por suerte no llegaste a ahogarte, pero te metiste hasta el cuello.

Da risa pensar que aprendiste algo, pero allá vas, atrás de lo que te juran es un barrilete que vuela bien alto. Ajustás los tiros y le encerás el hilo con cuidado, esto último es muy importante si se quiere ir lejos, así no se corta. La cola te parece demasiado larga, le sacás algunos trapos, listo.

Y ahí estás de nuevo, con otra ilusión entre manos.

6 comentarios:

  1. Nuestras ilusiones no tienen límites; probamos mil veces la amargura del cáliz y, sin embargo, volvemos a arrimar nuestros labios a su borde.
    -René de Chateaubriand-

    ResponderEliminar
  2. ahora q lo leí con tranquilidad te puedo decir q me gustó mucho lo q escribiste, y que sí, por suerte es así, siempre nos volvemos a arriesgar y la ilusión es el motor. besos cris

    ResponderEliminar
  3. Terco, cabeza dura, obstinado, empecinado, porfiado, pertinaz, testarudo, tozudo, necio, etc; que haya tantos sinónimos quizás indique algo...

    ResponderEliminar
  4. el maestro diría (imaginar algo así como el maestro de kung fu, la película) "quien no se ilusiona no sufre". El problema es que quizás tampoco se alegre, grite, ame y todas esas cosas.

    ResponderEliminar
  5. Brindemos por esa nueva ilusión. Sin ellas nada queda... a volar entonces!!

    ResponderEliminar
  6. Gracias por visitar Claudio! pasé por tu espacio, muy bueno. Esto es un almacén! jajja
    abrazo

    ResponderEliminar