una lección simple

Llegué a la parada del 176, había una sola persona aguardando la llegada del maldito Mercedez azul. La falta de una larga fila indicaba que mi espera sería de aproximadamente 2 o 3 notas de página, o página y media. Ocupé el correspondiente segundo lugar y comencé la lectura del diario del día.

Cuando levanté la mirada nada era como antes, al parecer sucumbí a una involuntaria siesta matutina. Lo primero que llamó mi atención fue el fuego, hasta ese día nunca había visto un incendio tan de cerca. El mozo del bar se estaba quemando vivo, cruzó la calle desesperado para terminar de cabeza en una zanja, dicen que esa caída le provocó la muerte, yo creo que se cocinó de a poquito. “Claro, en esa situación es imposible que el tipo recuerde que gracias a las obras del Intendente, hace tiempo que por ese lugar ya no corre agua”, reflexioné en voz alta, pero nadie pareció escucharme. Mucha gente gritaba, recuerdo particularmente a una mujer, tendría unos cuarenta y tantos, me gustó mucho. Quise mostrarme galante y le ofrecí buscar su brazo entre los demás pedazos de cuerpos ajenos, pero no paraba de gritar, y eso me molesto bastante, preferí dejarla sola. A veces pienso que los dos perdimos la posibilidad de comenzar una linda historia.

Después de cuarenta minutos entendí que el colectivo no iba a pasar por ahí. El avión se había estrellado de tal forma que un montón de pedazos de material con que se hacen los aviones ocupaban prácticamente toda la avenida. El poco lugar que quedaba libre para circular era utilizado por ambulancias y bomberos, que desconsideradamente entorpecían el tránsito en un horario tan complicado. Tomé fuerzas, y caminé las tres cuadras que separan esa esquina  de mi casa. Cuando llegué mi hijo miraba, en el noticiero, lo que estaba pasando a apenas unos metros de ese sillón que estaba frente al televisor. Le pegué bastante fuerte, creo que un poco sangró, con cada golpe él soltaba un grito pidiéndome que me detenga, pero me mantuve firme; y lo mandé a ver de cerca el avión destruido, a que huela la sangre quemada. “La televisión aleja a las personas de la realidad, no podés ver todo a través de la pantalla”, le grité mientras se iba. 

naturaleza viva


No se llamaba Pepe, pero era bastante buena onda.

reflexión tardía

Hace algunos años comenzaron a transmitir una nueva serie por televisión. Los días que la emitían yo ya tenía un programa preferido, y por eso la dejé pasar. Cuando llegó la segunda temporada se habían publicado unos cuantos artículos sobre esta novedosa producción, pero en ese momento yo había dejado de tener cable.
Transcurría la tercera temporada, mucha gente hablaba de este programa, y ya estaba entre nosotros la maravilla de comprar el paquete en 6 discos. Ese fue el momento en que mordí el anzuelo, vi las dos primeras temporadas en cinco días. Setenta y dos horas  después ya estaba a tiro con la tercera, y a partir de allí la seguí palmo a palmo, junto a otros tantos millones en el mundo. Éramos corderos rumbo al matadero, pero esto lo supe unos años después.
La historia era fascinante, misterio, muchísimo misterio, uno atrás del otro aparecían los enigmas. Nos rompíamos la cabeza buscando alternativas, para desenredar los hilos de algo que parecía embarullado por un genio, porque sólo un genio podría sembrar tantas preguntas, y conocer todas las respuestas.
Debo reconocer que quizás quisieron advertirnos que no conocían absolutamente todas las respuestas, pero en ese momento pensé que al menos sabían unas cuantas. Yo puse buena voluntad, porque incluso acepté que los guionistas pongan a nuestros héroes a viajar en el tiempo. Y eso ya era romper algunos códigos.

/La última oración del párrafo anterior merece una explicación ¿A qué códigos me refiero? Por eso dedico este apartado para exponer mi teoría:
Si yo veo la película de Superman, acepto ciertas premisas desde el comienzo. A saber, el más elemental: el tipo vuela y tiene una cantidad de súper poderes. Entonces no pretendo que nadie me explique por qué puede detener un tren con su dedo meñique, ni a quién se le ocurre esa fantochada de que pueda mirar a través de las paredes, y no se detenga en ninguna señorita.
Hay códigos que uno acepta cuando decide ver, o leer, algo del género fantástico o de ciencia ficción. En cambio puedo sentarme a ver un policial, y que me tengan toda la película con el protagonista resolviendo casos y descubriendo pistas que a todos se nos pasan por alto. Si estoy esperando el momento en que nos cuenten cómo lo hace, y faltando 10 minutos resulta que el detective tenía la capacidad sobrenatural de ver la última hora de vida de la víctima.... quiero romper todo. Eso es romper códigos.
Hasta acá el apartado, continúo con mis líneas dedicadas a la afamada serie de televisión./

Llegada la última temporada todavía me quedaban esperanzas, aunque perdían peso capítulo a capítulo. Y el final fue el colmo de las estafas, la humillación de saberse engañando. Todos esos misterios, tantos enigmas, la gran cantidad de pequeñas historias con sus geniales giros irresueltos, todo, pero absolutamente todo, acabó con una sola y destructiva respuesta: “Estaban muertos”. Que fácil escribir cientos de maravillosas páginas, con indescifrables recovecos, cuando el autor mismo no conoce el origen de su fábulas, o peor aún, decide darle una explicación tan básica.
Reconozco que fui el único que se sintió estafado entre mis allegados, y la respuesta que más escuché aquellos días tenía forma de pregunta y era la siguiente: “¿Pero quién te quita todas esas temporadas frente a la pantalla?” 

Yo sé perfectamente quien me las quito, lo que quiero es que alguien me las devuelva.


[Esta maravillosa imagen no la hice yo, sino que la tomé prestada subrepticiamente de http://undiaperonista.blogspot.com/ ]

relaciones bilaterales

-lo curioso fue que aquel día usted prefirió no ponerse la barba.
-¿vos tenés ganas de jugar a la escondida? porque si no tenés ganas es lo mismo que un pingüino
que no quiere estar en el agua.
-no entendí el ejemplo.
-no es un ejemplo, es una parábola.
-jesús hablaba en parábolas.
-pero si vos sos ateo...
-me refiero a jesús como personaje literario.
-¿no te importa si jesús existió?
-si,claro.
-¿y entonces?
-¿entonces quién?
-qué.
-¿qué que?
-que se dice "entonces qué".
-por eso.
-¿por eso qué?
-lo que digo es que eso no es una parábola, jesús las usaba bien.
-bueno, entonces compremos 100 de salame y 100 de queso.
-si, yo como te digo una cosa te digo la otra, y en esto tenés razón.
-yes, my friend. The beautiful gente.

Así desparramaban la vida, a pura locura y felicidad.